Basado en un articulo de Henry Zuill, científico adventista, lo publicamos con motivo de la celebración de San Francisco de Asís el 4 de Octubre.
Cuando Rachel Carson publicó Primavera Silenciosa en 1962 no tenía manera de saber que estaba desencadenando un movimiento que perdura hasta nuestros días. El movimiento ecologista ha despertado entusiasmo como así también calumnias, generando mucha controversia. La codicia humana se opone al cuidado del medio amiente y muchos cristianos conservadores permanecen indiferentes.
Afortunadamente, está surgiendo una respuesta cristiana positiva hacia las necesidades del medioambiente, pero aún es una posición minoritaria ¿Cómo es que la iglesia quedó al margen de un emprendimiento aparentemente positivo? ¿Los cristianos tienen interés legítimo en el medioambiente o esto sería un desvío de la tarea de evangelizar?
Impedimentos para cuidar la creación
1. Someter y tener dominio a la par de cuidar y mantener la creación. Muchos cristianos afirman que Dios ordenó la explotación ambiental. Un ejemplo de esto captó mi atención hace unos años al recibir un informe del Refugio Nacional para la Vida Silvestre del Ártico (RNVSA). Allí se comparaban las tierras del RNVSA con la zona petrolera adyacente. Me sorprendió la reacción de un pastor que sin inmutarse por la situación, insistía en que las compañías petroleras nunca lograrían despojar a la tierra y haciendo eco de la crítica de White, declaró desdeñosamente: “¿Acaso no nos dio Dios dominio sobre todas las criaturas?”
Deducimos entonces que “someter y dominar” no son lo mismo que “cuidar y mantener”, pero tampoco son conceptos discordantes. Están en armonía si se los entiende y respeta correctamente. Tener dominio no es tener permiso para destruir.
2. Miedo a la Nueva Era y al ambientalismo neo-pagano. El novelista William Golding sugirió que J. Lovelock denominó “Gaia” a su hipótesis de la retroalimentación global para el mantenimiento de la atmósfera, en honor de la diosa griega de la tierra. Cuando la hipótesis Gaia captó la atención de los seguidores de la Nueva Era, éstos adoptaron la teoría sin dudar y quedaron asociados a los ambientalistas. Al no poder distinguir uno del otro, los cristianos rechazaron a ambos.
La iglesia fue alertada sobre el “ambientalismo Nueva Era” en 1983 a través de los escritos de Cumbey y Hunt, que abrieron una gran grieta entre el cristianismo conservador y el ambientalismo. Aunque el trasfondo del movimiento Nueva Era, en algunos aspectos, choca con nuestra fe, no se debería condenar a los cristianos ecologistas como herejes.
3. Entendiendo erróneamente la naturaleza de la vida, la muerte y la existencia futura. Jesús enseñó que el Reino de Dios empieza acá y ahora, no después de la muerte, por tanto toda la creación, la tierra, los animales, las plantas, hacen parte de él y debe ser tratada como tal.
4. Sospechas respecto a la ciencia. Muchos cristianos conservadores desconfían de la ciencia. Victoria Schlesinger dice: “La ciencia sigue siendo el principal enemigo de la convicción de que Dios creó el mundo.... Por lo tanto, muchos evangélicos conservadores rechazan la ciencia como parte de su agenda”. De la misma manera como los cristianos conservadores tienen dificultad para distinguir entre ambientalismo y el panteísmo Nueva Era, puede ser que piensen que no existen diferencias entre la ciencia y el ateísmo. Cuando la evidencia científica no concuerda con las enseñanzas bíblicas, se sataniza quizás demasiado rápidamente la ciencia. En lugar de ello, necesitamos estar seguros que comprendemos correctamente tanto las Escrituras como la ciencia. Bajo la dirección del Espíritu Santo, debemos evaluar y decidir inteligentemente. No se pueden rechazar las ideas ambientalistas simplemente porque se duda de las teorías científicas.
5. Ambientalismo y escatología. Por más que queramos justificar el cuidado de la creación, Pedro señala: “los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada” (NVI). Esto no debe llevarnos a la explotación indiscriminada de la naturaleza ya que igual será destruida, sino a lo que Cristo enseñó: administrarla con sabiduría, sobre lo cual se nos llamará a cuentas y de todas formas solo tiene derecho a destruirla, su creador.
6. Presión de los líderes cristianos en contra de actividades para el medioambiente. Muchos creyentes conservadores no participan en el cuidado de la creación a raíz de estas posturas. Los ambientalistas cristianos alarman a los líderes de la vieja guardia que en general se resisten al enfoque del cuidado creacionista y por lo tanto constituyen un impedimento adicional. Las iglesias vanguardistas son más receptivas al cuidado del medioambiente y hace poco la Asociación Nacional de Evangélicos (ANE) estuvo a punto de apoyar actividades en su favor. Unos pocos creyentes, mayormente jóvenes educados en ciencia y versados en el tema, no ven a la ciencia como el peligro que causa temor en otros. Ellos promovieron el cuidado del medioambiente ante la ANE, pero desafortunadamente los líderes religiosos bloquearon el esfuerzo, temiendo irracionalmente que apoyar el cuidado del medioambiente en la iglesia podría ser sinónimo de “culto a la tierra”. Los informes más recientes indican que bajo esta presión, la ANE cambió de parecer. Sin embargo, un grupo de 86 líderes cristianos siguen luchando por esta misión.
Practicando el ambientalismo cristiano
Al comenzar este ensayo nos planteábamos si el cuidado del medioambiente podría transformarse en una distracción de la verdadera misión de la iglesia o si quizás es parte de lo que realmente somos. Hemos examinado una serie de aparentes impedimentos que paralizan acciones positivas desde el ámbito cristiano; los analizamos y espero que podamos descartarlos. Interpreto las enseñanzas bíblicas junto con la ciencia, como para decir que cuando el ecologismo cristiano es correctamente comprendido, estos impedimentos no deberían existir. El cuidado del medioambiente no es algo optativo, sino más bien algo de lo cual deberíamos ser parte ya que en el principio recibimos un mandato, que no fue el de maltratar, sino el de ser responsables y cuidadosos.
Muy frecuentemente asociamos el término ecologismo con cosas negativas tales como polución, calentamiento global, disminución del ozono, extinción de especies, erosión, con la resultante pérdida económica. Pero hay un lado positivo también. Un ambiente saludable ayuda al evangelio. Elena White se refirió al “Evangelio de la salud” e indicó que un medioambiente saludable promueve la salud. Al referirse al aire puro, los rayos del sol, las preciosas flores y los árboles dijo que “la naturaleza es el médico de Dios”.18 “Las cosas de la naturaleza son bendiciones de Dios. Fueron provistas para dar salud al cuerpo, mente y espíritu”.19
En un ensayo, Larry Boughman se refiere a Mavis Batey, quien escribió acerca de los jardines de Oxford y Cambridge. Ella pensaba que esos jardines personificaban la filosofía de simplicidad y excelencia tan necesarias para estudiantes y profesores a fin de tener éxito en sus esfuerzos intelectuales. Los ambientes naturales promueven y complementan la espiritualidad, salud y aprendizaje.
Dos caminos se ramifican frente a nosotros: uno popular y fácil que va hacia la devastación, y otro más desafiante se dirige hacia la vida. Hemos visto que la iglesia al considerar la protección del medioambiente, ha tenido dificultades para decidir qué camino y papel adoptar. La proclamación del Evangelio es la primera tarea de la iglesia. El cuidado de la creación es la segunda. Romanos 8:21 afirma que la naturaleza será liberada cuando Jesús vuelva. Las buenas nuevas son también para la creación. Finalmente, el modo en que cuidemos la creación guarda correlación con la forma en que seguiremos cuidando el Edén restaurado.
Por consiguiente, ¿cómo vivimos? El cuidado de la creación con seriedad y simplicidad, debería ser un estilo de vida. El costo de ser negligentes o abusivos es alto; la paga por cuidarlo es indudablemente generosa y eterna.
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